La edición crítica de textos históricos es una de las contribuciones que, a menudo, no es valorada en su justo término. Porque, en realidad, se trata de un acto de honestidad científica, pero, sobre todo, de generosidad, ya que se pone a disposición de la comunidad científica —y también del público en general— unas fuentes documentales para que puedan ser explotadas y utilizadas por cualquier investigador. Todo lo cual se cumple, e incluso se multiplica, en el libro que han realizado José María García Redondo y Salvador Bernabéu Albert, investigadores del CSIC de reconocida solvencia. En efecto, no solo han transcrito el texto central de la obra, sino que han añadido otros documentos que, aunque breves, son sumamente interesantes y que complementan la fuente principal.
Pero vayamos por orden. El libro se divide en dos partes claramente diferenciadas: el estudio introductorio y los documentos que se transcriben. Comenzando por estos últimos, hay que indicar que ocupan poco más de dos tercios del total de páginas de la obra y que son cinco los documentos que se publican. El principal y más extenso (casi trescientas páginas) es el segundo documento: Libro de la visita del arzobispo Lorenzana a la arquidiócesis de México, 1767-1769, que se conserva en el Archivo Histórico del arzobispado de México. Se trata de un documento de un valor extraordinario, donde consta la inspección de casi la mitad de las parroquias del arzobispado realizada personalmente por Lorenzana durante tres años. Como es bien conocido, las visitas pastorales son unas fuentes que exceden los asuntos eclesiásticos, puesto que también en ellas se pueden encontrar informaciones demográficas, geográficas, sociales, políticas, económicas, etc. Con todo, lógicamente, la organización eclesiástica constituye el núcleo fundamental de la visita, pudiéndose destacar, en especial, la consolidación del proceso de secularización de los curatos, ya que las dependientes de las órdenes religiosas eran las menos.
Antes del libro de la visita pastoral, los autores incluyeron el más que interesante Mapa de los curatos del arzobispado de México, realizado el 14 de agosto de 1766 y que se conserva en la Biblioteca de Castilla-La Mancha en Toledo. Se trata de un listado que es un complemento ideal a la visita pastoral, ya que retrata, aunque sea de forma esquemática, la realidad parroquial, ya que de cada curato se indica su invocación, si está regida por el clero secular o regular, el nombre de los eclesiásticos responsables, las ayudas de parroquia y las lenguas que se hablan en su demarcación.
Los restantes tres documentos son muy breves, de dos a tres páginas cada uno, pero, no por ello, menos valiosos. El primero es la respuesta que dio el cura y juez eclesiástico de Querétaro a la carta que se le envió anunciando la visita de Lorenzana y que se conserva en el Archivo Histórico del arzobispado de México. El siguiente, localizado en la Biblioteca Nacional de España de Madrid, lleva por título Reglas para que los naturales de estos reinos sean felices en lo espiritual y temporal, fechado en México el 20 de junio de 1768. El último, procedente de la Biblioteca de Castilla-La Mancha, es el Compendio de avisos para un prelado en América, elaborado en torno a 1772. Estos dos últimos documentos resumen, de manera sucinta, el pensamiento de Lorenzana acerca de cómo debía ser la labor pastoral en la América borbónica, dedicando especial atención a los indios.
No conviene detenerse más en el contenido de los documentos transcritos porque su descubrimiento debe ser labor del lector. En cualquier caso, puede ayudar —y, de hecho, ayuda— leer antes la primera parte del libro, esto es, el estudio introductorio realizado por García Redondo y Bernabéu Albert. Sin ninguna duda, puede considerarse modélico, pues, tal y como acaba de señalarse, resulta muy útil y certero, además de estar escrito con solvencia y corrección, con una fuerte carga analítica que aclara mucho de lo que en la documentación transcrita se va a encontrar. En la primera parte de la introducción se dibujan los principales hitos de la carrera eclesiástica de Francisco Antonio Lorenzana. Los autores destacan un rasgo por encima de todos, ya que no dudan en calificarlo de genuino representante de la Ilustración católica; no les interesa adentrarse en debates historiográficos de mayor calado sobre la realidad católica del siglo XVIII, quizás porque este no es el lugar adecuado. Lo que pretenden siempre es considerar a Lorenzana como el prototipo de eclesiástico comprometido con la Iglesia, pero también, y quizás, sobre todo, con la monarquía española, ya que fue un firme defensor de su programa reformador. De ahí que, en todas las páginas del estudio introductorio, se quiera presentar a Lorenzana como un representante del Poder, así con mayúscula. Por esta razón, cuando los autores comienzan la parte que dedican a explicar la visita pastoral, no dudan en considerarla como “el ejercicio de autoridad más evidente y ostensivo que todo obispo católico debía efectuar sobre el territorio que tenía asignado”. Para ellos, esta es la clave. Es cierto que, a continuación, destacan su carácter espiritual y la centralidad de lo religioso y, rescatando las palabras de Lorenzana, señalan seis fines principales de la visita: la administración del sacramento de la confirmación, el reconocimiento e inspección material de las iglesias y de los libros parroquiales, cortar escándalos, pacificar las enemistades, exaltar el mayor culto a Dios y “el aumento de todos en lo espiritual y lo temporal”. Pero lo principal era mostrar la autoridad religiosa, pero también política. Pues esto es lo que explica todo, el cómo y el porqué se desarrollaba la visita pastoral de esa determinada manera: desde los trámites burocráticos hasta los rituales religiosos, pasando por los ceremoniales y recibimientos. Todo para realizar una auténtica, efectista y efectiva representación del poder.
García Redondo y Bernabéu Albert explican con todo detalle cómo se desarrolló la visita. Comienzan por algo que pudiera parecer poco importante, pero que lo era, y mucho: la comunicación. Muy acertadamente, llaman la atención sobre el hecho de que Lorenzana la controló en todo momento y la utilizó a su conveniencia. En ocasiones, anunciaba la visita, mediante la carta circular o cordillera, con suficiente antelación, de tal forma que todo se pudiera prepararse de forma adecuada. Sin embargo, otras veces, anunciaba su llegada de manera inminente e, incluso, podía darse el caso de no desvelar su itinerario. Al actuar así, los autores quieren ver que su intención fundamental era conocer el verdadero estado de las parroquias de la diócesis, por lo que sacrificaba cuanto había de representación en su visita. Pero, al fin y al cabo, este proceder también era una manifestación de su poder y autoridad. Desde esta óptica puede entenderse cómo se comportó con el cabildo de la catedral de México. En su primer viaje, no les comunicó nada de que iniciaba la visita; otras veces sí lo hizo, pero en otras ocasiones, no.
Después, los autores desentrañan cómo se desarrolló la visita: comienzan por centrarse en la lectura del edicto de los pecados públicos, para luego adentrarse en el ritual y en la visita propiamente dicha. De este modo, dedican varias páginas a explicar cómo se realizaba la inspección de las cuestiones materiales de las iglesias: estado de los templos, de los ornamentos litúrgicos y de los libros parroquiales, así como el reconocimiento de la situación de las cofradías. A continuación, analizan el comportamiento y costumbre del clero y de los fieles. Señalan que sobre los eclesiásticos hay pocas noticias, mientras que, por el contrario, sí que las hay sobre los indios; se incide sobre su generalizada falta de recursos, así como las frecuentes faltas sobre las que se les recriminaba: embriaguez, juego, idolatrías y, en especial, las quiebras al sacramento del matrimonio: amancebamientos, uniones ilícitas al carecer de dispensa, bigamias o poligamias. Precisamente, se relata la asistencia de Lorenzana a un auto de fe contra un indio polígamo. Un acierto de los autores es concluir esta parte con un examen de las temáticas de las homilías de Lorenzana, resaltando que la explicación del sacramento de la confirmación ocupó fue, de lejos, la mayoritaria, seguida por la de los vicios y pecados. Finaliza el estudio introductorio con una prolija descripción de las rutas y etapas en las que se desarrolló la visita, explicando los pormenores y dificultades a las que se enfrentaron Lorenzana y su séquito.
García Redondo y Bernabéu Albert se han preocupado de salpicar el libro con un adecuado y necesario aparato de tablas, mapas e imágenes que completan perfectamente los contenidos, destacando de manera especial unas pocas láminas en color. Hay que agradecer tanto a los autores como a las editoriales, la Universidad Nacional Autónoma de México y el Colegio de Michoacán, el cuidado y el esmero que han puesto en la edición de la obra. Una obra compuesta de un impecable análisis historiográfico y de una transcripción anotada de unas fuentes documentales excepcionales. Una obra que hay que descubrir. Una obra que, ante todo y, por encima de todo, es un verdadero ejercicio de Historia.